viernes, 9 de noviembre de 2007

Lenguaje y subjetividad: ¿los grandes problemas?

“Cada uno es afectado sólo por acentos que le son familiares; sus nervios no se prestan en tanto su espíritu los disponga a ello: es preciso que entienda la lengua que se le habla para que lo que se le dice lo pueda poner en movimiento”. (Rousseau: Ensayo sobre el origen de las lenguas Pp. 81).


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Sin embargo, sí toda comunicación, basándonos en la consideración de Antonio Pasquali, está fundamentada en “poner en común” y, desde mi perspectiva, el establecimiento de ésta es prueba del real entendimiento, ¿cómo justificar las faltas de respeto entre Jefes de Estados que, además de hablar el mismo idioma, se reúnen en una cumbre internacional para “debatir” sobre un tema?, ¿Será que la raza humana se ha acostumbrado a mal llamar “debate” a la exposición de ideas propias sin necesidad de escuchar al otro que está “debatiendo”?, O ¿es qué ahí entra en juego el primer punto asomado por Rousseau ‘cada uno es afectado sólo por acentos que le son familiares’?

Entre la teoría y la práctica puede que no haya entendimiento, pues la subjetividad forma parte determinante en esto. Subjetividad que fue capaz de llevar, cómo sucedió recientemente, al Ministro de Interior y Justicia, Pedro Carreño, a repudiar en cadena nacional los actos violentos ocasionados, según su exposición, por sectores estudiantiles de la oposición en la Universidad Central de Venezuela. ¿Será que las imágenes no eran lo suficientemente explícitas como para dejar claro quien incitó a la violencia?, O ¿es qué se asumió como en la Propuesta de Reforma Constitucional “debatida por la mayoría de los venezolanos”: aquellos que no estaban a gusto con esos ideales fueron ignorados e ignorantes?
Ahí está la gran pregunta, ¿son la subjetividad y la falta de entendimiento las grandes causantes de la polarización venezolana que estamos viviendo? Una polarización que cada día lleva a más venezolanos a sus extremos, a dejar de considerar ese otro para convertirlo en un no existente, en un cero a la izquierda, en un fantasma que por su ignorancia merece ser ignorado. Para algunos nada, para otros todo. Sin embargo lo importante no está en buscar utopías cómo la objetividad, pues al buscarla se está siendo subjetivo; sino en aprender a escuchar con los cinco sentidos. De tal manera que, sí tu subjetividad te indica una cosa, puede que eso esté bien o mal, pero lo fundamental está en detenerse un segundo a ver desde la butaca del otro, con ojo crítico y tratando de dejar un poco esa ‘familiaridad’. Sólo así se garantizará el entendimiento, la comunicación, pues lo que se dice estará en verdadero movimiento.

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